martes, 18 de septiembre de 2012

APASIONARSE

¿Qué es la voluntad de Dios?   Me sale la pregunta con motivo de una conversación que tuve ayer, y me resuena aún más al pensar en el contexto de violencia, pobreza y desespero que solemos percibir a diario.  Parece que, en nuestras desgracias,  se nos queda introyectada,  como loritos,  la coletilla de: "lo que Dios quiera"; "Así lo quiso Dios"; "Es la voluntad de Dios"...  y no nos paramos a pensar en que en la mayoría de los casos atribuimos a  Dios un millón de situaciones en las que Él es el último responsable... 

Conozco a mucha gente que prefiere "ignorar" a Dios en sus vidas, simplemente no está, no se le recuerda... se vive mejor así.... me pregunto muchas veces cómo será esa idea de dios (con minúscula), en qué dios se cree,  qué clase de dios puede molestar tanto como para ocultarlo de nuestra cotidianidad.

Supongo que a lo largo de la historia de la Iglesia, y en el caminar de quienes nos decimos cristianos/as,  hemos metida “la pata” hasta el fondo en repetidas ocasiones.  Me cuesta recordar las ocasiones en las que a propósito de la celebración de alguna misa, se ha logrado llevar a la gente a la experiencia personal, íntima, profunda con el Dios de Jesús. A veces es más fácil quedarnos en los discursos del pecado, de la terrible sexualidad, de los castigos del cielo, de la cruz malentendida de cada día…   sin llegar a comunicar que lo verdaderamente Dios quiere es la VIDA, y la vida en abundancia… la felicidad plena, el AMOR SIN CONDICIONES.

Gracias a Dios, muchos cristianos de a pie, y algunos teólogos “contra-corriente”, están intentado quitar de nuestras mentalidades y de nuestras entrañas la idea del “Dios de los ejércitos”, que si somos buenos nos quiere y si somos malos…  ni nos mira.

Pero con todo… me sigo encontrando con tanta gente, jóvenes y adultos, que sigue creyendo en un Dios que “vigila” y lo peor de todo… que condena.  La verdad, no me extraña que esto ocurra, cuando la jerarquía de la Iglesia parece que está más preocupada en los preservativos que en la situación de pobreza en la que están quedando tantas familias; con estos argumentos en pleno siglo XXI, no me extraña que tanta gente se aleje… yo creo que Jesús también se alejaría… y de hecho, así lo hizo.

Cuando nos acercamos al evangelio sin recelos, sin burlas y lo miramos desde lo que es: UNA BUENA NOTICIA… quizá podamos empezar a captar quién es ese Dios que inevitablemente se hace presente en nuestro lenguaje, en el arte, en los grandes y pequeños acontecimiento de la vida.   El otro día leía: ¿Cómo saber cuál es la verdadera voluntad de Dios? Y en seguida aparecía la respuesta: la voluntad de Dios nos la muestra un hombre que vivió hace 2000 años en una pequeña aldea desconocida y que se acercó a la gente para que dejáramos de mirarle en el Cielo y comenzáramos a descubrirle en la tierra.   En el evangelio de hoy se ve con claridad cómo es ese Dios: Jesús, de camino, ve a un madre desesperada enterrando a su hijo y Jesús no lo soporta… no sabemos si esa familia era “buena o fiel cumplidora de sus obligaciones religiosas” o si pasaban de todo eso…   a Jesús le da igual… no soporta ver sufrir a nadie, sea quien sea, no quiere la muerte, ni el dolor… así que se dirige al joven y lo levanta… lo levanta a él y a su madre…  y la verdad, creo que esa fue la vida de Jesús y la herencia que nos deja: Pasar por el camino levantando a la gente de sus “muertes”.



A veces pienso… si las personas se pudieran encontrar con este Jesús,  no desde lo teórico o desde “los rezos tradicionales”, sino desde el contacto real, interior, profundo…desde el contacto con la gente que nos encontramos en el camino y necesita que la levantemos de sus dolores… si nos encontráramos así con este Jesús y su Proyecto, sería imposible no apasionarse. 
A veces pienso que hay demasiado “ruido” interior y exterior para ello… y lo que me parece peor… tenemos poco medios para despertar, al menos el deseo de “acallar” tantas cosas que nos estorban para alcanzar esta experiencia.

Hay personas que me dicen: “esas son tus cosas…”; “eso es lo que tú vives…”; “por lo que has  optado…”… Yo creo que la experiencia creyente en profundidad no es de unos pocos que se nos mete no sé qué cosas en la cabeza.   El dejarse tocar por Jesús, por la experiencia viva de que tenemos dentro nuestro gran tesoro, el saberse locamente enamorada de un Proyecto de justicia, de paz… eso… es DE TODOS. No es terreno exclusivo de curas, monjas y de otras formas que a veces ni se entienden… es REGALO PARA TODOS.

Quizá el mayor reto es saber voltear los ojos… para encontrarse con la MIRADA… con la mirada de cariño al “joven rico”, con la mirada de AMIGO que le regaló a Pedro cuando éste le negó, y con la mirada de “yo te sigo queriendo”, que estoy segura que se quedó grabada en Judas. 

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